Declaración de un Noájida

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En el amanecer de la creación, D-s dio al primer ser humano seis reglas que debía seguir para que Su mundo pudiera sostenerse. Más tarde, después del Gran Diluvio, encargó a Noáj una regla más. Así se relata en el Libro de Bereshit (Génesis) según es interpretado por nuestra tradición en el Talmud (Tradición Oral). Vendrá un tiempo, nos dicen nuestros sabios, en el que los hijos de Noáj estarán preparados para volver a ese camino. Ese será el comienzo de un nuevo mundo, un mundo de sabiduría y paz. Durante la mayor parte de la historia judía, Las circunstancias no permitieron que nuestro pueblo difundiera esos principios, salvo por medios indirectos. Cuando el Lubavítcher Rebe de bendita memoria comenzó a hablar acerca de publicitarlos como preparación para una nueva era, estaba reviviendo una tradición casi perdida.

Las cuales son como las líneas-guía de un gran maestro de música o de arte: firmes, confiables y comprehensivas; pero sólo son una base, y sobre esa base cada pueblo y cada persona pueden construir. Según los Sabios del Talmud, hay 70 familias con 70 caminos dentro de la gran Familia del Hombre. Y cada individuo tiene su propio camino dentro de un camino. Pero hay una base universal para todos nosotros. Quien viva según esas reglas, reconociendo que son lo que Di-s quiere de nosotros, es considerado por nuestra tradición como un justo. Esa persona es una constructora con una participación en el mundo como éste debe ser.

La declaración de un hijo de Noaj es una herencia sagrada, una herencia que toda persona en la faz de la tierra puede recitar todos los días. Y si un número suficiente de nosotros comienza a decir esas mismas palabras todos los días, muy pronto veremos un mundo diferente. Más pronto de lo que podemos imaginar.

He aquí una expresión de la «Declaración de un Noájida», según la tradición antigua, con algunas aclaraciones nuestras: 

Yo, hijo de Noaj, cuidador de nuestro precioso planeta tierra, acepto sobre mi la responsabilidad por la paz y la unicidad en este mundo, como fue aceptada por Adam y por Noaj, transmitida por Moshé y su pueblo a lo largo de los siglos.

1. No rendiré culto a nadie ni a nada fuera del Creador bendito Es, Quien cuida de las criaturas de nuestro mundo, renovando el Acto de Creación en cada momento con sabiduría infinita, siendo vida para cada cosa (En este punto declaramos que sólo al Santo bendito Es, es correcto alabar, orar, estudiar y meditar en Él).

2. No mostraré falta de respeto hacia el Creador de ninguna manera. (En este punto declaramos que no blasfemaremos de la belleza de la vida, de la alimentación y en general de cualquier ser o cosa creada).

3. No mataré. Porque cada ser humano, tal como Adam y Javá, son un mundo entero. Por lo que me comprometo con la vida, porque salvar una vida es salvar todo un mundo. Y destruir una vida es destruir todo un mundo. (En este punto nos comprometemos a ayudar a otros a vivir. Ya que cada ser humano que D-s bendito Es ha creado, está obligado a proveer a otros que estén necesitados).

4. Respetaré la institución del matrimonio. Porque el matrimonio es un acto divino, ya que la unión de un hombre y una mujer es un reflejo de la Unicidad de D-s y Su creación. Y la deshonestidad en el matrimonio es un ataque a esa Unicidad.

5. No tomaré lo que no me pertenece por derecho. Por lo que me comprometo a manejarme honestamente en todo actividad que haga, esforzándome en adquirir mi sustento de manera legítima. Fiándome en D-s más que en mi propia conveniencia, expresando mi confianza en Él bendito Es como Proveedor de vida.

6. No causaré ningún daño a ninguna cosa viviente. Ya que como esta escrito en Bereshit: Al principio de su creación, el hombre era el jardinero en el jardín de Edén, para que lo «cuidara y lo protegiera». (Al principio, el Hombre tenía prohibido quitar la vida a los animales. Sin embargo, después del Gran Diluvio se le permitió consumir carne de estos, pero con una advertencia: no causar sufrimientos innecesarios).

7. Tendré cortes de verdad y justicia en mi tierra. Reconociendo que la justicia es asunto de D-s y que nuestra obligación es establecer las leyes necesarias y hacerlas cumplir. Ya que cuando corregimos los males de la sociedad, estamos actuando como socios en el acto de sostener la creación.

Que las naciones conviertan sus espadas en rejas de arado. Que el lobo yazca con el cordero. Que la tierra se llene de sabiduría tal como las aguas cubren el fondo de los océanos. Y que todo eso sea pronto, durante la vida de todos nosotros, antes de lo que imaginamos. Amén.


 Fuente: Adaptado de la sabiduría del Rebe de Lubavitch, Rabi Menajem Schneerson; palabras y condensación por Rabí Tzvi Freeman.